viernes, 21 de noviembre de 2008

EL BECARIO DEL CESID. Operación Papiro

El Becario del CESID es una novela escrita en clave de humor que contiene una gran crítica social. Aguinaga y Romero diseccionan por medio de su personaje la actual sociedad española.
El Becario, persona de cierta edad que ha entrado a trabajar en los servicios secretos españoles de la mano de su madre -aburrida de tenerlo en casa sin dar golpe mientras ella, viuda, regenta un estanco- conoce en una reunión de amigos que un ministro está muy nervioso por que ha perdido unos papeles de suma importancia para él.

Nuestro personaje, bajo su peculiar visión del mundo, entiende que esos papeles –de los que desconoce su contenido- son vitales para la seguridad nacional. Así se lo traslada a su jefe en el CESID, quien monta todo un dispositivo de espionaje para la recuperación de los documentos. El Becario es alejado del despliegue y recibe la orden de que no interfiera en la investigación. Aún y todo, el jefe –que sabe de su inutilidad e inexperiencia- lo infiltra por si acaso en el Ministerio donde se ha producido la desaparición.

Allí, su objetivo fundamental es hacerse un hueco en el entorno del ministro. Para ello, nada mejor que aparentar ser servicial con las secretarias de su nuevo mandatario, aunque implique quitar el polvo a las viejas estanterías con la única y secreta intención de acceder al despacho del ministro. Para ello tendrá que salvar a un cancerbero como La Bestia, dama entrada en años y con tendencias sexuales.

El ministerio será su nuevo lugar de trabajo y de descanso. Un espacio en el que conocerá el duro mundo del funcionariado desde su visión de ordenanza, categoría para la que ha sido designado con el fin de no levantar sospechas ante lo que se supone una trama internacional.
Pero en un ministerio, además de un Portero Mayor, El Becario conoce la existencia de La Okupa –mujer del anterior ministro que por Ley dispone de uso y acceso de las instalaciones-, de los asesores del ministro, de los intercambios internacionales entre ordenanzas...

Y no sólo eso. El ministro le encomienda –dado lo que él considera como capacidad de su nuevo ordenanza- una serie de misiones que el Becario interpreta de máxima prioridad y que le llevarán a discotecas donde la crême de la crême del mundo post-televisivo, por determinadas circunstancias, interpreta que es una persona entrañable.

Pero alguien que siente el espionaje como una razón y una forma de vida no se puede detener. Y eso que cuenta con una novia con la que lleva desde hace siglos y que siempre ha estado diciéndole que quiere llegar virgen al matrimonio. Pero, la fama, el esplendor... y, la posibilidad de dinero, hace que muchas mentes cambien usando para ello sus cuerpos.

Desde un observatorio como es un Ministerio el Becario analiza desde su particular punto de vista cómo trabajan los funcionarios y todos aquellos que tienen cierta relación económica con el Estado. Es decir, que cobran pequeños o sustanciosos emolumentos de él.

¿Y los papeles? ¿dónde están los papeles que ha perdido el ministro? Ese es el quid de la cuestión, esa es la búsqueda del Becario que le llevará a campos de golf, a boleras, a hoteles y a todos aquellos lugares donde un espía vocacional, aunque no tenga plaza de funcionario fijo en los servicios secretos, tiene que llegar.