miércoles, 25 de abril de 2012

DIARIO DE UN CONCEJAL: Invertir en billetes

¿Pero qué es esto? ¿Invertir en billetes? Nunca lo había oído. Con los billetes se pueden hacer muchas cosas. Guardarlos en remotos paraísos fiscales y también en el colchón, hacer canutas para la farlopa, pagar y cobrar y, si se es rico y tonto, encender un puro o limpiarse el agujero que se encuentra entre las dos partes del tafanario. Ni en la más pedante de las escuelas de negocios, esas donde enseñan a los hijos de los señoritos a anudarse la corbata por encima de la nuez, se ha impartido jamás lección alguna sobre la inversión en billetes. No hablo de la compra de divisas, no confundir, que estoy seguro de que algún tontín ya se estaba frotando las manos para atizarle a este humilde concejal. Me voy a referir a multiplicar el valor de un billete por encima de cualquier rentabilidad conocida. Ni Bernard Madoff, ni Afinsa, ni banco jamás conocido han dado tanto a ganar como el método, totalmente legal, del que hoy se ocupan estas líneas. Vayamos por partes y entremos en los antecedentes. El asunto que hoy traigo no me permite aprovisionar mi nevera, ni amueblar el salón, ni pagar el plazo del préstamo, pero libera fondos para hacer frente a estos menesteres. Y ahí está una parte de la bondad del sistema. Como servidor público que se preocupa por sus administrados voy a tratar de exponer con claridad la forma de invertir en billetes. Todo pasa, como siempre, por hacer una inversión inicial, con la ventaja de que para este sistema tal desembolso económico siempre permanece en nuestras manos. Hay que hacerse con un billete de 500 euros. Si, ya sé que es difícil conseguir uno para un honrado trabajador, pero si fuese preciso -los beneficios son tan abundantes- cabe trabajar de manera comanditaria entre varios ciudadanos. Hay peñas para apostar a las quinielas con más razón pueden deben formarse para invertir en billetes. Y ahora viene lo magro del asunto. Cómo habrán podido observar proliferan ilegales carteles, principalmente en establecimientos de hostelería y gasolineras, en los que se niegan a admitir billetes de 100, 200 y 500 euros. ¿Por qué? Pues o porque sus dueños ya tienes muchos y no quieren más o porque piensan que todos somos unos chorizos y pretendemos pagar con billetes falsos. Si es porque no tienen cambio eso lo pueden resolver acercándose al banco. Puestas así las cosas el inversor en billetes –en adelante “el inversor”- aparece por la cafetería para su madrugador desayuno. Tras la tostada y el café que ayuda a evacuar de vientre, el “inversor” saca de su cartera un billete de 500 euros de curso legal para pagar. Si le cobran pues todo normal, nada se ha perdido. Sólo hay que sacar del bolsillo el precio del desayuno, sumarlo a las vueltas y en la sucursal bancaria más cercana y hacerse con un nuevo billete de 500 euros. (¡Ojo!, que el banco se lo dé verdadero, no se fie de nadie y menos de un banco). Pero, ¿y si el camarero se niega a aceptar el billete? Entonces “el inversor”, siempre de manera educada, insiste en que está intentando pagar con dinero de curso legal y que quiere satisfacer su deuda con el establecimiento. Si le señalan el cartel sobre la no aceptación de billetes, debe hacer notar que hay otros que incitan a beber Fanta o que rezan sobre interesantes bocadillos y montaditos sin obligación de ingerir tales productos. Así, que si insisten en que con billetes de 500 euros no se puede pagar, “el inversor” emplaza al camarero a cobrar o en caso contrario se despide y se va y si la cosa se pone tonta entonces se saca el móvil y se anuncia una llamada a la Policía Municipal para hacer constancia oficial de la negativa a aceptar dinero legal. Aquello, si el establecimiento lo regenta alguien civilizado, acaba en que no se pagará la consumición que a precio de hoy será de unos 2,50 euros. Repetido en 200 días laborables produce 500 euros en un año. 100% de ganancia sólo en desayunos. Ahora se repite el procedimiento en el menú del mediodía que a una media de 10 euros nos aporta un ahorro/ganancia de 200 por 10 euros 2000 euros/año más. Un depósito de gasolina cada 15 días son 24 al año a 50 euros la unidad suponen 1200 euros. Algún cubatita vespertino, y cuatro fruslerías más y nos hemos puesto en un monto anual aproximado de entre 3500 y 4000 euros/año. Y sin gastar la inversión inicial de 500 euros. Si el billete se comparte entre varios esta rentabilidad puede multiplicarse por dos o tres. No es necesaria más explicación para comprender que la inversión en billetes es de altísima rentabilidad. Para finalizar, algunos detalles que nos garanticen la inversión. Sólo puede obtenerse esta alta rentabilidad en grandes ciudades, es preferible hacerlo en pareja –con fornido acompañante- por si el ambiente se torna hostil, vamos por si la cosa acaba a hostias, no debe intentarse donde tienen colgado un garrote que pone “o pagas o bajo” y conviene cambiar de aspecto físico, más que nada por ir a la moda. Prueben y me cuentan.

martes, 17 de abril de 2012

DIARIO DE UN CONCEJAL: Cazar para comer

He tardado en escribir estas reflexiones más o menos el mismo tiempo que la Reina en visitar a su eximio esposo con la gamba metida y rota.
Y conste que yo si estoy preocupado por la salud del Rey, porque siempre he sido, y sigo siéndolo, defensor de las instituciones y sus ventajas, sobre todo cuando uno puede hacer uso de ellas en beneficio de los demás y por ende en el suyo propio.
Y también me preocupa la forma de proceder de un pueblo que no sabe comprender los sacrificios de los servidores públicos. Porque, veamos ¿alguien puede creerse que un hombre, que ya debería estar jubilado por su edad, quiera abandonar su confortable palacio para ir a un proceloso lugar africano perdido entre la jungla y el desierto lleno de peligros cuya descripción incluso a mi pluma escapan? Esto no se hace porque sí. Se hace porque el deber le llama.
Deben ser tales las apreturas económicas en las que la crisis ha sumido a su hogar que ha decidido armarse del mismo valor que llevo al Cid a Valencia y a las Navas de Tolosa a don Alfonso VIII y pertrechado de sus mejores armas ha salido a la caza de alimento. Cierto es que para tan abultada prole y los allegados y la allegada un rebeco, un gamo o una vulgar fiera corrupia no son suficientes como en tiempos pasados. Ni siquiera un oso ruso y borrachuzo es bastante provisión. Hacía falta algo mejor, más grande, algo así como un elefante. Porque ya puestos a correr riesgos, que estos merezcan la pena. Y eso que la mitad de la familia ya no come en casa por diferentes motivos que todo el mundo conoce.
Hay que agradecerle al travieso Froilán su intento de solventar el problema alimenticio incrementado por la espantosa baja de sueldo del dos por ciento que han sufrido en casa del abuelo. Pero el muchacho no tiene la misma experiencia en cazar que su antepasado que lleva toda la vida entrenando por si llegaba el fatídico momento en el que estamos.
En fin, ya saben mi pasión por hacer de la administración un ejemplo de buen funcionamiento. Presumo de conocer bien a los funcionarios de despacho y gestión, esos que no son médicos, ni policías, ni de los que trabajan porque se les ve. Me refiero a los de las gafas con un cordoncito expertos en fotocopias particulares y crucigramas de periódico. Los del cafelito eterno y la llamada telefónica a todos los familiares.
El Rey nuestro señor hasta ahora era el espejo en el que mirarse. Estuvo de interino hasta que aprobó la oposición la noche del 23-F. Una plaza para Rey, un solo opositor sin oposición, y aprobado con nota. Y desde entonces ¿el Rey por favor? Ahora no puede ponerse, está tomando un café. Lo que pasa es que un Rey no toma café en el bar del ministerio. Va a exóticos destinos.
Pero ahora han llegado los tiempos de desvivirse por los ciudadanos, de la solidaridad en la familia, ese reducto del que todos echamos mano cuando las crisis aprietan. Y el Rey se ha visto obligado a cazar para comer. Todo un ejemplo.