martes, 15 de noviembre de 2011

DIARIO DE UN CONCEJAL: La campaña y mi escroto

Por fin esto termina. Estoy de la campaña hasta donde ustedes se imaginan, que es hasta un sitio que se encuentra a la mitad de mi estatura.
Uno no se puede negar porque el partido lo manda, pero a mí lo que me pide el cuerpo es rascarme esa parte anteriormente citada porque en esta campaña yo no pido a los ciudadanos que me mantengan mi sillón.
Una campaña es un insufrible coñazo donde los candidatos, y los que no lo somos, tenemos que hacer un sinfín de memeces aún a sabiendas de que no valen para nada.
Y lo peor de todo es que a nuestras payasadas sólo asisten como espectadores otros de nuestro partido que, a buen seguro, estarían mejor tumbados en su sofá y refregándose con suavidad el periné.
Para que se hagan una idea de lo sacrificado que es participar en una campaña electoral voy a hacerles breve referencia a las desagradables prácticas que un día cualquiera hay que acometer. La primera es abandonar nuestros trabajos de representación y servicio a la sociedad que nos votó para dedicarnos en plena jornada laboral a cosas del partido.
Esto no debería estar permitido. Nosotros los políticos lo que tenemos que hacer es estar en nuestro despacho pendientes de los intereses de los que nos votaron y de los nuestros, en lugar de andar proclamando sandez tras sandez a los cuatro vientos en nombre de un partido que sólo nos interesa en la medida en que nos mantiene en las listas. Así que como no voy para diputado ni para senador esta campaña me trae sin cuidado.
Pero además hay que madrugar todos los días, tomar el coche propio y llenarle el depósito con el dinero de uno porque estúpidamente hemos dejado que los de la prensa –que no van a los mítines con su dinero- nos critiquen si vamos en el vehículo oficial. Vamos que a los periodistas les pagan los gastos porque trabajan, como si los políticos en campaña estuviésemos descansando.
Y lo del coche no es lo peor. Llegas a un pueblecito infecto lleno de viejas que huelen a orín y que sin saber quien eres ni a que partido defiendes se empeñan en besarte y llenarte de babas. Tienes que darle la mano a un centenar de paletos que a saber que han tocado antes de saludarte, y luego a besar niños y a coger a uno en brazos para la foto y el cabroncete suele mearte la cazadora de ante, prenda que acerca a los ciudadanos. Porque en traje no se debe hacer campaña.
Y lo de los comistrajos ya es para nota. Hay que engullir platos autóctonos. Unos sopicaldos y otras mezcolanzas aceitosas que te tienen toda la tarde repitiendo picante y a regüeldo limpio u sonoro, eso si no hacen que uno se vaya por la pata abajo y acabe cagando en una era entre poblacho y aldea.
Y en el mitin a mentir. Pero da igual porque el público es de los tuyos. Si entra al local alguno de otro partido se le nota y sabes que lo que pretende es espiar para saber el mensaje. Paparruchadas, ni mensaje ni leches. Se dicen cuatro gilipolleces, se insulta al contrario y a otro pueblo.
Y así llevamos casi un mes. Campaña, precampaña y estoy hasta la tienda de campaña, que es donde se aloja la bolsa escrotal. Y el domingo para remate hay que hacer de interventor electoral para evitar que los demócratas de los demás partidos, esos que han pregonado honestidad en la campaña, te hagan trampas en la votación o en el recuento. Confianza en el pueblo español y en sus políticos. Es lo que hay.

EL DIARIO DE UN CONCEJAL: ¿Y si peta la batería del iPad qué?

Jobs te has muerto y te has llevado muchos secretos a la tumba. De tu desaparición terrena he sacado muchas lecciones. La primera es reforzar la idea de que por muy listo que uno sea la acaba palmando y eso independientemente de la pasta que se haya acumulado.
Pero bueno, cuando uno muere otro hace negocio y el de las pompas fúnebres encargado de hacer desaparecer al señor Jobs habrá recibido mensajes de amigos en su iPAD felicitándolo por el negocio que supondrá enviar al más allá a un tipo tan importante para la vida de todos.
Al menos eso aseveran miles de legos en informática, gentes incapaces de mandar un correo sin poner en copia a todos sus contactos y adjuntando algún enlace erróneo que acaba por llevar a los destinatarios a un pozo de virus informáticos trufados de tetas y bálanos.
A lo que vamos. Te has muerto y no me has dado respuesta a los siguientes puntos:
1. Si la batería del iPAD se estropea ¿Qué hago?. Mando mi aparato (al iPAD me refiero) a un servicio técnico con mi vida dentro? ¿Cambiar la batería supone que vean las turgentes carnes de mis amantes mientras me cobran una pasta por una cosa que debería poder cambiarla yo sólo mientras estoy cagando como siempre se ha hecho con todos los teléfonos?
2. Porqué los juguetes de tres euros que se compran en los chinos tienen una cámara mejor que la que le ponías a los “sifones” como dicen las viejas y a los iPAD. ¿Tu a que chinos le encargabas hacer tus aparatos?
2. Si compro unas canciones en tu tienda, ¿Por qué siguen siendo tuyas?. ¿Por qué sólo pueden estar en uno de tus artefactos?
3. ¿Por qué no quieres que llamemos por teléfono desde el iPAD?. ¿Es que aún tenemos que pagar más para poder hablar teniendo dentro del cacharro una tarjeta de móvil?
4. Oye, si es que puedes desde donde estés descansando, ¿a que miserable vocación tuya se debe que el cable para cargar tus inventos sea más corto que el rabo de una boina?. Es que mientras los estás cargando o te tumbas junto al enchufe o no puedes usarlos.
5. Y hablando de cargadores. ¿Crees Steve que es de buena persona que el cargador del iPHONE no valga para el iPAD? Tanta liviandad en el peso para acabar llevando dos cargadores.
6. Y del puritanismo no hablemos. Me han dicho que a tu empresa no le gusta que se vea Interviú en determinados sitios de acceso desde tus tabletas. A lo mejor no es censura. Es porque no quieres que se constipen las señoras.
7. Y que me dices de cómo se guardan las fotos en tan deslumbrantes máquinas. Lo del carrete ni explicado por Isabel Preysler es posible entenderlo.
8. ¿Tú te paraste alguna vez a pensar que es un insufrible coñazo que todos los días la mitad de las aplicaciones se empeñan en actualizarse?
9. Allí en USA desconozco como va la cosa porque soy un probo concejal encantado de tener todos tus cacharritos con cargo al erario público, que para eso los servidores debemos estar bien informados, pero estoy seguro de que te removerías en tu tumba si supieses que tu iPAD ha servido para que una caterva de tertulianos pluriempleados escupan ignorancia hurgando en las zahúrdas más asquerosas de las warripedias en las que nutren su verborrea.
Y 10. A pesar de todo esto, que bonitos son tus inventos. Y además tienen la ventaja –o no- de que lo que empezó siendo prestigio de niños pijos ha sido adoptado por todos a los que les / nos gustaría serlo. Esto ha sido como el polo de Ralph Lauren que ahora lo llevan también los albañiles. Pero se les sigue notando que lo son. Albañiles, no pijos.