jueves, 28 de octubre de 2010

DIARIO DE UN CONCEJAL: Disecar a los muertos

Se ha muerto el pulpo Paul. Con los pulpos desconozco lo que se hace cuando mueren, pero normalmente se comen.
A los muertos humanos se les entierra, se les quema, se les descuartiza o simplemente desaparecen. Todo depende de la última voluntad del que palma o de la del que se tiene que encargar de quitarse el muerto de en medio.
Estamos en la semana de los muertos, buena época para floristas. Lo de morirse da para muchos negocios. Normalmente los funerarios son la parte más visible del muerto, que es como se lo llevan. Lo que no entiendo bien es que se permita quemar a los finados y sin embargo no dejen disecarlos.
Solo se puede disecar a los animales y viendo como son muchos de nuestros congéneres se debería dar un paso adelante en la taxidermia y, además de elefantes, cabras montesas y cabezas de toros, podrían adecentarse para la posteridad a los familiares, bien para tenerlos presentes y recordarlos con cariño todos los días, bien para todo lo contrario, que muchos de ellos merecen el insulto por los siglos de los siglos.
Disecar a los muertos, y más en tiempo de crisis, tendría otras ventajas añadidas. Puesto el abuelo en la silla de ruedas se le puede llevar a que cobre la pensión, porque aunque quieto, parecería vivo y algo parecido pasaría con los que tienen el mal gusto de morirse a la mitad del periodo de cobro del paro.
No se me escapan otras ventajas sustanciales del disecado de personas. Los cementerios no tendrían que ampliarse, pero sí los pisos. Y esto ayuda a terminar con el problema de la construcción y a la vez produce más solares lo que retroalimenta el sistema en beneficio de todos, y también del Hay-untamiento que puede recalificar los camposantos.
Quedan otros beneficios que estudiar. Uno de ellos está en la línea del adelanto tecnológico y del I+D. Los marmolistas, tras el preceptivo paro y el cursito del INEM, pasarían al diseño de lápidas virtuales y holográficas que serían encendidas cuando lleguen las visitas a casa. Por no decir del beneficio ecológico que supone acabar con esas feas canteras de donde sacan la piedra de las fosas y que destrozan la armonía campestre.
Además los muertos para ser disecados hay que vaciarlos y ponerles los ojos de cristal, lo que permite donar sus entrañas a la ciencia.
Entiendo que lo bucólico y tétrico de la vista al cementerio debería dar paso a la subida de los muertos al facebook, y mejor todavía, a la creación de algo así como el fiambrebook. Visitaríamos los camposantos virtuales desde la intimidad del hogar, lloraríamos a los queridos y reiríamos con las inscripciones de recuerdo, pondríamos flores y dejaríamos mensajes de condolencia todo a través de la red. Eso es el avance. Porque en enterramientos, por mucho ataúd ecológico y por mucha parafernalia tanatoria que nos vendan, estamos más cercanos a la prehistoria que a la modernidad. Y conviene morirse acorde a los tiempos aunque no sea nada más que por no parecer una antigualla de cadáver.
Desestimado el enterramiento por lo dicho, la incineración porque siempre les dan a los familiares las cenizas del anterior que son las que están frías, el descuartizamiento por ser de mal gusto y la desaparición porque evita cualquier acción de las relatadas, solo queda disecar a los fallecidos. Todo sea por la ciencia y el negocio. Espero que cuando lea esto el taxidermista de mi ciudad se invite a algo.

1 comentario:

  1. Soy taxidermista y es usted el único político que se ha ocupado de nuestra profesión más alla de los que son cazadores y nos piden una rebaja o simplemente se les olvida pagar.

    ResponderEliminar