miércoles, 26 de septiembre de 2012

DIARIO DE UN CONCEJAL: Independencia por distritos

El dinamismo en la gestión y las ganas de sacarle rendimiento a los escasos medios de los que dispone el Hay-untamiento es lo que tiene, que uno hace descubrimientos que lo reconcilian con la historia y lo ponen en disposición de aplicar la máxima “si dicen que dizan, mientras que no hazan…” Hay tontunas que se extienden desde la noche de los tiempos.
He encontrado una en los cajones de la mesa de un funcionario municipal que se encarga de “no sé de que se encarga” ni él tampoco sabe “de lo que se encarga”. El hallazgo es una página de la revista “Blanco y Negro” del 28 de octubre de 1899 con ilustración del caricaturista y dibujante Joaquín Xaudaró (1872-1933). El papel con manchas de grasa choricera debió servir para envolver el bocadillo de algún funcionario de finales del XIX y, como sus sucesores en el cargo no se han visto en la necesidad de abrir el cajón para percibir su salario, ha sido hallado por este humilde concejal.
El artículo en cuestión, firmado por Félix Méndez (1870-1913), dice así:
“Señores: Estoy conforme del todo con el principio de que para ser felices se impone el separatismo. El régimen más perfecto del todo el orden político, consiste sencillamente en ser estados chiquitos, con su religión, su idioma y gobierno respectivos; pero nada de regiones; no, señores; ¡por distritos! Para que todos los hombres ocupemos puestos dignos y seamos personajes en el pueblo en que nacimos. Expondré varios ejemplos bastante claros. Yo mismo, que soy hijo de Madrid, aunque me esté mal decirlo, llegaría a presidente del Consejo de Ministros del distrito de Audiencia o cualquier otro distrito; cual quiera de mis hermanos llegaría a ser obispo del barrio de Salamanca, diócesis de gran prestigio si no llegaba a ser papa del templo de San Francisco; otro hermano llegaría, por su saber y heroísmo, a capitán general de quince o veinte vecinos de cualquiera de las calles del barrio donde vivimos. Mi tío Lucas sería emperador del Hospicio; mi hermano el mayor, entonces, a título de sobrino, era el príncipe heredero del imperio de mi tío, porque mi tío no tiene con mi tía ningún hijo. Las excelentes ventajas de este régimen político no es solo para personas, es también para edificios; verbigracia, el ciento veinte de la calle del Barquillo, que es una casa modesta, se vería de improviso convertida en Gran Palacio nacional legislativo, con salón de conferencias, y restaurant, y pasillo para hablar los periodistas con los catorce políticos del Estado independiente de la calle del Barquillo, constituido en república que hablaría el griego antiguo, con su libertad de cultos dominando el calvinismo.” En el distrito de al lado (estado libre lo mismo) el adoptaría el idioma calé romaní castizo, con un gobierno autocrático que impondría el despotismo, y la religión católica, y costumbres y usos chinos. ¡Ah! ¡Sería encantador este régimen novísimo! Se llamaría ultramar al otro lado del río. Y Ávila y Jaén serían dos lugares remotísimos. Se leerían carteles y muestras por este estilo: “Biblioteca nacional de la calle de Peligros” y anuncios de este tenor “Gran Fábrica de ladrillos nacional de don Fulano en nación constituida”. Y, en fin, señores, que seguro que por el separatismo llegaré a ser presidente del consejo de ministros del distrito de la Audiencia, de la Inclusa o del Hospicio y que quiero separarme de cuasi todos. He dicho”.
Pues lo dicho. Que si a las propuestas separatistas se les hace el mismo caso que los funcionarios al contenido del cajón, pasarán otros 112 años y seguiremos soñando con los cargos que produce el independentismo.

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