domingo, 9 de enero de 2011

DIARIO DE UN CONCEJAL: Comer de gañote

Si algo bueno tiene la Navidad son sus comidas y sus cenas. Por la cara, naturalmente. Me han encargado redactar unas líneas para el brindis de la cena oficial de los concejales a la que nos invitan las arcas municipales y he adaptado unas palabras de la misa. Me ha quedado algo así: «Por la prosperidad de nuestro alcalde, la de nuestros diputados, el bienestar de los secretarios generales de nuestros partidos políticos, de los obispos y de sus majestades, sin olvidar a los contribuyentes, por los cuales estamos aquí reunidos».

Mi mujer está encantada desde que soy concejal y, como es muy apañada, se ha buscado la vida para devolver los vestidos después de estrenarlos en las mil celebraciones que mi cargo conlleva.
Lo que me ha hecho pupa en el bolsillo es el escote de la comida del grupo municipal, además de que, particularmente, creo que hemos cabreado innecesariamente al constructor de nuestro partido que quiso invitarnos. Luego, cuando por despecho suba el precio de las obras que realiza para el municipio, la culpa será, como siempre, de los concejales y tendremos que aguantar en los periódicos el rollo del despilfarro.
Bien poco se quejan los periódicos en sus editoriales y opiniones cuando les llenamos las páginas de publicidad del Hay-untamiento. Entonces es que informamos a través de los medios. Si ponemos carteles en las calles, como de eso no pillan los de la prensa, a lloriquear al concejal y a insultar los columnistas.
Pero el trabajo de representante popular tiene otras servidumbres y sacrificios. Como me han hecho responsable de elegir los restaurantes de todas estas celebraciones navideñas y los propietarios de los establecimientos son tan agradecidos, en casa ya no caben más jamones ni más cajas de vino. En principio pensé regalar lo sobrante a alguna institución benéfica, pero no quiero que la oposición me llame demagogo ni que los destinatarios se acostumbren a un nivel de vida que no les podremos mantener el resto del año con lo exiguas que se quedan las arcas municipales después de la Navidad.

Así que en casa nos tendremos que fastidiar y comer jamón hasta Semana Santa y beber vino de reserva hasta para desayunar. Pero es lo que tiene el cargo, que uno no puede desairar a los ciudadanos que no saben agradecernos nuestros desvelos con una simple felicitación o un apretón de manos y se empeñan en enviarnos obsequios que nos hacen ser conscientes de lo pequeños que son los pisos de los concejales que solo llevamos en el Ayuntamiento lo que va de legislatura. Así que habrá que esforzarse para cambiar a un piso enorme, como los que tienen los que han salido reelegidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario